Estos pinos crecen justo en el borde del farallón rocoso en el que se abre la boca del Becerro. Sus raíces asoman por debajo:
La cueva con un caudal más pequeño de agua saliendo por su boca:
Tras la marmita llena de agua que existe en la boca de la cueva, el arroyo se precipita violentamente ladera abajo:
La zona está llena de musgo gracias a los elevados niveles de humedad cerca del cauce:
Y en su camino hacia el lecho del Arroyo Grande, en el que desemboca el arroyo que sale del Becerro, se pueden disfrutar formaciones tobáceas o de travertino que generan hermosas cascadas:
Los árboles ocupan el lugar que le corresponde a las aguas, pero que el resto del año está seco:
Y finalmente encontramos el arroyo Grande, que discurre hacia su desembocadura en el río Guadiela:
Cuando el agua deja de salir de la cueva, queda una poza de aguas color turquesa que se irá evaporando poco a poco hasta quedar seca:
El musgo está especialmente bonito:
Y el arroyo del Becerro, ahora seco, se transforma en el "paraíso del musgo",
lleno además de brillantes cristales de carbonato cálcico que recubren las ramas:
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